Imaginemos una balsa de agua que esta en perfecta quietud, nos permite ver en su reflejo las cosas que están ahí y ahora en ese mismo momento tal cual son, pero nosotros podemos influir en la realidad, podemos lanzar piedras contra el agua, creando ondas que hacen que el reflejo de la realidad acabe viéndose de forma diferente, nosotros podemos decidir cuantas piedras lanzar y cuando parar para revolver estas aguas.
Esto mismo es lo que hacemos cuando pretendemos generar emociones en los otros, durante la conquista tratamos de enamorar a la otra persona “tirando los tejos” expresión muy apropiada dentro de esta metáfora… es por ello que debemos de ser conscientes del poder de nuestra conducta, de nuestra actitud, de nuestro lenguaje, y por su puesto de nuestras palabras… ya que todo esto funciona como cantos que decidimos lanzar a la laguna emocional de la persona que esta frente a nosotros, no puedo controlar lo que el sienta, pero puedo dejar de lanzar ciertas piedras o cambiarlas por otras, a medida que observo que mi objetivo no esta generando las “ondas” que yo estaba buscando.
Valora también la importancia que esto tiene a largo plazo, ya que las piedras lanzadas no desaparecen, siempre acaban en el fondo generando de forma automática una concepción de esa persona respecto a ti para el futuro.